A pesar de haber transcurrido ya unos meses desde la presentación de los nuevos iPhone 5S y iPhone 5C, uno no deja de darle vueltas a una idea mientras observa con minuciosidad una unidad del ya extinto iPhone 5 que con mimo hago girar una y otra vez en mis manos. Un incunable.
Parece mentira, pero sólo contaba con un año de vida cuando la cúpula de Apple tomó la decisión de hacer que pasase a mejor vida ante la llegada de dos nuevos modelos. El iPhone 5S representaba la evolución natural del dispositivo; un smartphone con funciones mejoradas como la pantalla o el procesador con una novedosa arquitectura de 64 bits. Pero, ¿qué hacer ante la llegada del iPhone 5C?
La fabricación de un teléfono con una colorida carcasa de policarbonato ponía a los de Cupertino en un brete. Aún a pesar de la disponibilidad de un pequeño abanico de colores, esto podría resultar insuficiente para servir de atractivo necesario para un público acostumbrado a otro tipo de calidades en los materiales, sí suministradas en el iPhone 5 con una gran similitud en sus especificaciones.
Si con la presentación de éste en noviembre de 2012, era el iPhone 3GS al que se le ponía de forma oficial la etiqueta de “descatalogado”, tres años y tres meses después de su presentación allá por el 2009, fueron los iPhone 4 y 5 los que se unieron al club el pasado mes de septiembre.
A pesar de que Apple vende el iPhone 5C como un terminal nuevo, la percepción del público general no parece ser la que los de Cupertino esperaban. Para colmo, las previsiones de la propia marca dejan constancia de la migración de gran parte de los actuales usuarios de iPhone 4S hacia el modelo de más alta gama en lugar de decantarse por un menor salto cuantitativo.
Por otro lado, el iPhone 5 goza de una sana segunda juventud en el mercado de segunda mano, donde aún se plantea como una opción más que apetecible de cara a la adquisición de un teléfono de Apple por debajo de las tarifas habituales de la Apple Store. El tiempo será el que califique de acertada o no la estrategia.
